Por supuesto.
Puede haber noticias y contenidos que circulen, reales o inventados, justos o malévolos, justificados o no, que pueden deshacer los objetivos de alguien o algo, cualesquiera que sean. En otras palabras, la mala publicidad es real y puede causar estragos en personas reales y organizaciones reales.
Puede o no necesitar ser administrado dependiendo de las partes interesadas, las evaluaciones de impacto y las estrategias de mitigación. ¿Cuesta dinero, buena voluntad, reputación, carrera, relaciones o libertad? ¿Es algo de lo que uno puede recuperarse? ¿Es canjeable?
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Pero el quid de su pregunta es el significado relativo de “malo”.
Todo depende de quién es usted, qué está administrando, a qué (o quién) es vulnerable y la historia del preámbulo de por qué la publicidad podría considerarse “mala”.
La crisis es una razón potencial para la mala publicidad, por ejemplo, una marca que trata de manejar una situación y las partes interesadas recurren a los medios para quejarse o acusar. En un mundo de redes sociales instantáneas, esta es una vulnerabilidad real. Piense en las brechas de privacidad o en los alimentos contaminados o en los CEOs pervertidos y comenzará a ver cómo la mala prensa puede socavar los objetivos corporativos más grandes.
La política es un vector maduro para las malas relaciones públicas, y la ropa sucia es una moneda corriente para las partes relevantes. Los encubrimientos brindan un amplio margen para las malas relaciones públicas, que tiene el toque único de honestidad que es la mala noticia. Una vez más, depende de quién sea la parte protagonista en el PR “malo”.
Las campañas de desprestigio son reales, y no solo el bastión de la política sucia. La información errónea se puede utilizar para socavar la credibilidad de una variedad de partes interesadas.
Para dividir su pregunta de otras maneras: hay publicidad mal hecha (relaciones públicas que fracasa o es ineficaz) y hay mala publicidad intencional que (en esta cultura cínica de celebridades) crea algún tipo de valor o relevancia para las noticias.
El primero trata de la falta de una estrategia efectiva: no entender los mensajes o el público o darse cuenta de los impactos de tratar de generar noticias. Este último tiene que ver con la estrategia, por ejemplo, utilizando fallas morales públicas, como un punto de influencia con los medios que atienden a grandes audiencias y trapos de escándalo para vender una historia a largo plazo con otros objetivos.
Pregúntale a un Kardashian sobre esa última estrategia.
Escribí una respuesta a esta pregunta en 2010: ¿Puede la publicidad negativa realmente tener un efecto positivo? ¿Cuando? Sigue siendo relevante.
También puedes mirar aquí:
¿Qué son las malas relaciones públicas?
¿Sigue vigente el dicho “No existe la mala publicidad” en 2011?