El primer problema es que España no permite que Cataluña celebre un referéndum. España está muy lejos de estados más progresistas como el Reino Unido o Canadá.
Lo más cercano que Cataluña puede tener a un referéndum son las elecciones locales permitidas por la ley española. Pero algunos partidos se niegan a tomar una posición definitiva con respecto a la independencia (los ‘Comuns’ y ‘Podem’), por lo que tales elecciones no pueden usarse como un sustituto de un referéndum.
Ahora, incluso si pudiera haber un referéndum razonablemente válido en Cataluña, y si ganara la independencia, la comunidad internacional probablemente no lo reconocería. La geopolítica está llena de connivencia, los estados se apoyan mutuamente para mantener el status quo, presionados por los grandes poderes económicos que temen cualquier cambio o inestabilidad.
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Los líderes independentistas de Cataluña deben ser muy creativos y proponer propuestas mediante las cuales la independencia de Cataluña pueda tener un resultado positivo para España, el resto de la UE y los poderes macroeconómicos.
Eso ciertamente no es fácil, pero tampoco imposible.