Como socialdemócrata (sueco) de toda la vida, que cree en la redistribución y la igualdad, propondría las siguientes dos medidas (contra-intuitivas):
- Reforma del control de alquileres. Como lo es hoy, el sistema de control de alquileres es uno de los mayores subsidios de nuestro país para la clase media acomodada. Dados los largos tiempos de espera para los apartamentos de control de alquileres (> 20 años en Estocolmo), la mayoría de los familiares de ciudadanos acomodados y bien establecidos tienen acceso a las buscadas unidades de vivienda de alquiler controlado. El sistema de vivienda, con pisos de renta controlada por un lado y pisos de propiedad por el otro, y sin nada en el medio, está muy perturbado. La compra de un piso de 30 metros cuadrados en el centro de Estocolmo cuesta USD 300k + una tarifa mensual de ~ USD300, mientras que el costo de los pisos con alquiler controlado es de ~ USD400-650 por mes. La mayoría de las veces, las personas que pueden pagar lo primero terminan siendo las personas que pueden pagar lo último. ¿Para los menos económicamente fuertes? Están siendo expulsados de los suburbios y los adultos jóvenes tienen que vivir con sus padres por períodos más largos. Lo que creo que necesitamos es la fijación de precios de mercado en el mercado de la vivienda de alquiler, con subsidios de alquiler a individuos basados en parámetros tales como ingresos, edad y otros factores relevantes. Solo entonces podríamos al menos ralentizar el proceso de segregación, tanto económica como étnica, lamentando muchas ciudades suecas.
- Disminuya la protección del empleo (PE) y permita una fijación de salarios más flexible. Si bien es intuitivo pensar en esto como una reforma de políticas que defiende a los propietarios de capital, posiblemente dando paso a mayores disparidades de ingresos, debemos tener en cuenta lo siguiente: las fuertes leyes del PE y las normas de fijación de salarios de la actualidad tienden a excluir una gran proporción de personas que participan en el empleo y disfrutan de una vida social “normal”. Como un estado de bienestar fuerte, Suecia cuida bastante bien a los que están peor, pero la fracción de personas ajenas a la población es alarmantemente alta. Especialmente los migrantes enfrentan una situación difícil para ingresar al mercado laboral; cuando no se demandan sus servicios al nivel salarial vigente, muchos se ven obligados a trabajar en la economía informal, sin protección y con una remuneración deficiente. Hoy se benefician los suecos “nativos” a costa de los muchos recién llegados del país, y crea prácticas alternativas, a veces creativas, en el mercado laboral con el objetivo de eludir las leyes, creando resultados ineficientes tanto desde el punto de vista de las finanzas públicas como del bienestar individual. Si bien este punto necesita una discusión más exhaustiva, el punto clave es abordar el desafío de una fracción creciente de “extraños”.