Algunos lo son, otros no.
La definición original de un estado constitucional es aquella que tiene un conjunto claramente definido de reglas y leyes por las cuales opera, y donde el gobierno mismo sigue esas reglas.
Las reglas no necesariamente tienen que escribirse en un solo documento. El término “estado constitucional” fue acuñado en el siglo XVIII para describir a Gran Bretaña, que no tiene una constitución escrita. Según los analistas políticos de la Ilustración francesa, Gran Bretaña merecía el nombre de “constitucional” porque el gobierno obedeció sus propias leyes y actuó de acuerdo con los precedentes. Compararon esto con su propio país, Francia, donde el Rey era un monarca absoluto que reclamaba el derecho de ignorar o anular las leyes, encarcelar a las personas sin causa y, en general, actuar de acuerdo con sus caprichos del momento.
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Cuando los estadounidenses se rebelaron contra Gran Bretaña, querían mantener sus tradiciones constitucionales. Sin embargo, como una nueva nación y una república, sentían que era necesario escribir las reglas de su constitución en un solo documento, por lo que sería fácil referirse a ellas. Los franceses hicieron lo mismo en 1791 cuando despojaron el poder de su monarquía. Para el siglo XIX, esto se convirtió en la práctica habitual. Los revolucionarios exigirían el fin del poder arbitrario de los monarcas absolutos mediante la creación de una constitución para su nación.
Hoy en día, casi todos los países tienen una constitución escrita. Su valor propagandístico se hizo demasiado grande como para ignorarlo, e incluso las dictaduras emitieron constituciones. Como tal, el problema real se ha convertido ahora en si el gobierno de un país realmente sigue su propia constitución, en lugar de si afirma tener alguna.
Por lo tanto, todos los países modernos son ‘constitucionales’ en el sentido pedante literal de tener una constitución, pero no todos tienen ‘gobierno constitucional’ en el significado original del término.
Entonces podemos dividir a las naciones en estas categorías:
- Países democráticos que tienen una constitución (que puede ser codificada o no codificada).
- Países no democráticos que, sin embargo, tienen una constitución. Esto incluiría estados autoritarios donde el gobierno gobierna con poderes dictatoriales, pero aún hace cumplir la ley de manera justa y sin corrupción excesiva, y no actúa de manera arbitraria.
- Países no democráticos sin gobierno constitucional. El gobierno gobierna de manera arbitraria, ignorando la ley y violando la constitución cuando parece conveniente.
Teóricamente sería posible tener una cuarta categoría, una democracia que no fuera constitucional, pero no conozco ningún estado moderno que se ajuste a esa descripción. Este sería el clásico Estado anarquista o democracia directa, donde la gente podría votar por cualquier cosa y luego una hora más tarde votaría por lo contrario, sin limitaciones ni reglas.