Me gustaría pensar que el conflicto India–Pakistán es, fundamentalmente, un conflicto ideológico.
Si bien Cachemira es el aspecto más visible, no tengo ninguna duda de que la resolución de este conflicto no curará la brecha.
El conflicto pasará a ejercer influencia sobre Afganistán y Bangladesh.
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Además, ambos países están involucrados en un conflicto geopolítico entre Estados Unidos y China.
Por lo tanto, es poco probable que se produzca un reinicio fundamental en la relación en el futuro.
Desde mi perspectiva, la génesis de este conflicto radica en que Pakistán piensa que India los ha humillado varias veces desde la división en 1947:
1. Anexando el estado de Hyderabad alegando que la mayoría de la población de hindúes quería quedarse en India a pesar de que el gobernante era musulmán y quería unirse a Pakistán.
2. Anexar el estado de Cachemira con exactamente la lógica opuesta
3. Romper el este de Pakistán mediante una intervención militar encubierta y abierta
El verdadero endurecimiento de la actitud ocurrió durante el reinado del general Zia-ul-Haq. Promovió activamente una interpretación fundamentalista de la fe con el fin de fortalecer su control sobre el poder, apoyar a los muyahidines que luchan contra los rusos en Afganistán y, en el proceso, lograr un duro trato de los estadounidenses en términos de capacidades militares.
India, por su parte, cometió el error de tener una actitud de hermano mayor en el sur de Asia; esto no solo endureció la actitud de Pakistán sino que también alienó a Bangladesh.
Además, la India siguió sin encontrar una solución viable a la disputa de Cachemira y alternó entre enfoques suaves (políticos) y duros (militares). Esto llevó a un número significativo de personas de Cachemira a alinearse abiertamente con Pakistán.
Además, el aumento del fundamentalismo entre una minoría de musulmanes indios ha llevado a otra complejidad adicional: durante demasiado tiempo, el establecimiento indio continuó insistiendo en la exportación de terrorismo desde Pakistán sin tomar medidas correctivas significativas.
Por último, la diferencia en el poder económico de los dos países ha fomentado el sentimiento de resentimiento entre el establecimiento pakistaní y pueden verse tentados a intensificar los conflictos.