Emitir una ley #X, que establece que cada candidato tiene una cuota Y. Pero esta es una parte fácil, y ya es aplicable en algunos países.
Ahora, en países donde no existe tal ley, y las campañas se limitan solo al presupuesto y la imaginación de los candidatos, ¿deberían reducirse sus gastos? Quiero decir, el dinero es de ellos, y son libres de hacer cualquier cosa con él.
Una vez le pregunté a mi amigo (por cierto, él no es muy activo en el contexto político): “¿por qué estás promoviendo a este tipo? Salgamos un poco”. Su respuesta fue: “El tipo paga”.
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Amigo paga, habla de efectivo. Entonces, cuando las elecciones recorren el país, la tasa de empleo aumenta repentinamente (aunque temporalmente, pero mejor que nada). Las personas encuentran ingresos adicionales y aumentan sus ahorros. En pocas palabras, las campañas electorales fuertemente patrocinadas proporcionan empleos a tiempo parcial para la mayoría de la población del país.
Una ventaja para limitar los presupuestos promocionales es dar atención a otros políticos que carecen de grandes fondos. Quizás tengan mejores habilidades estratégicas que sus colegas, que eclipsan la arena con dinero en efectivo. ¿Pero quién necesita esos “otros” políticos?