¿Son efectivas las estrategias antiterroristas centradas en decapitar a los líderes terroristas?

En primer lugar, cabe señalar que el terrorismo no es una actividad uniforme. A lo largo de la historia, una variedad de motivaciones y objetivos diferentes han inspirado a los grupos a usar el terrorismo como un medio para afectar el cambio político dentro de un público objetivo. Estos grupos incluyen revolucionarios de izquierda, yihadistas de inspiración religiosa, grupos nacionalistas, grupos apocalípticos y más.

La forma en que “termina” el terrorismo difiere de un tipo de grupo a otro. Ha habido muchos estudios (incluido el Dr. Speckhards), que analiza qué tipo de estrategias han sido efectivas.

Un importante estudio de RAND analizó el terrorismo desde 1968 hasta 2003. (El resumen se puede encontrar aquí: Implicaciones para contrarrestar a Al Qaeda) En este estudio, encontraron que las estrategias para derrotar a los grupos terroristas incluyen:

1. Fuerza militar (decapitación o aniquilación)
2. Victoria del grupo terrorista.
3. Vigilar a los grupos terroristas como delincuentes (encarcelamiento / juicio)
4. Compromiso político, permitiendo que el grupo tenga algo de poder.

En su estudio, descubrieron que la opción militar, o “decapitación”, como se dice, funcionaba solo el 7% del tiempo. Las opciones más exitosas fueron el compromiso político (43%) y la vigilancia (40%).

En mi opinión, estas estadísticas me parecen bastante convincentes. Grupos como al-Qaeda les enseñan a sus nuevos reclutas que están peleando una guerra santa por sus compañeros creyentes. Cuando Estados Unidos y sus aliados llaman a su campaña una guerra contra el terrorismo, da una sensación de causa justa a las filas de al-Qaeda. Sin embargo, si fueran arrestados o vigilados como delincuentes comunes, su trabajo sería mucho menos glamoroso y honorable. No hay honor entre los delincuentes, entre los guerreros … mucho más. Más importante aún, la fuerza militar crea daños colaterales, lo que inspira aún más a los grupos insurgentes a reunir armas contra un enemigo. Muchos de los que se ataban las bombas suicidas en Afganistán lo hacen porque están vengando a una hermana o hermano que murió en un ataque con aviones no tripulados. Se inflan porque sus familias recibirán un pago por cada persona que muera en el ataque. Recogen armas contra las fuerzas de la ISAF porque es divertido y aventurero.

Para terminar, diría que la estrategia de decapitación contra el terrorismo es muy limitante. Después de que el liderazgo es asesinado, si la violencia continúa, deberá repensar su estrategia.