Bajo las tendencias actuales, las perspectivas para un Tíbet libre son prácticamente inútiles. Afortunadamente, las tendencias actuales nunca continúan para siempre, pero es casi imposible predecir cuándo y cómo cambiarán. Se necesitaría un cambio tectónico en la política mundial para que el Tíbet sea libre en los próximos diez a treinta años.
En mi opinión, el camino más probable hacia un Tíbet libre sería que primero haya una China libre. Esto significaría democracia multipartidista e instituciones básicas del estado de derecho. Esto tampoco está en el horizonte, pero es concebible. Incluso entonces, el Tíbet no se vuelve automáticamente libre, porque los votantes chinos probablemente no estén más interesados en tener un Tíbet libre que el liderazgo comunista. Sin embargo, una China libre significaría reducir el aparato de control estatal, lo que en última instancia dificultaría mucho más que China gobierne el Tíbet.
La única solución viable en este momento para una vida mejor para los tibetanos en el Tíbet es kitman, el arte de prestar atención a una creencia política mientras se cultiva en privado la creencia opuesta. Esto permite a los pueblos oprimidos esperar su tiempo. Los movimientos, como el movimiento Lhakar o las quemaduras de pieles, que promueven la solidaridad tibetana sin ningún desafío directo a la autoridad política son una gran idea.
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Para los exiliados, hay un camino viable hacia una vida mejor que no se ha utilizado demasiado, lo cual es una verdadera pena. Ese camino es la ciudadanía en sus países de acogida. La lógica ha sido que los tibetanos en el exilio necesitan mantener la lealtad a otra nación que no sea el Tíbet para preservar su identidad tibetana. Creo que esto es necesario solo para un pequeño núcleo duro de activistas tibetanos (es decir, el Dalai Lama no debe tomar la ciudadanía, los líderes políticos en el exilio no deben tomar la ciudadanía durante sus mandatos si aún no la tienen). La ciudadanía significa no solo mejores opciones económicas y seguridad jurídica, sino también la oportunidad de participar e influir en el proceso democrático en sus países de origen. Para la mayoría de los exiliados tibetanos, esto significaría convertirse en ciudadanos indios, pero los países occidentales pueden ayudar mucho al permitir cuotas significativamente más altas para los inmigrantes tibetanos y alentar a los tibetanos a buscar la ciudadanía.