Habrá tres formas en que Obama puede intentar cambiar los distritos. Recaude dinero para elegir a más demócratas antes de que se produzca la reasignación de distritos, trate de que los tribunales se pronuncien en contra de los planes actuales y haga una campaña personal para candidatos en estados donde su apoyo ayudará más de lo que perjudicará.
Ahora, en el siempre impopular intento de ser honesto en cualquier situación política, aquí hay cinco hechos del mundo real.
Primero, ni Obama ni el partido demócrata tienen el más mínimo interés en combatir la gerrymandering.
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En segundo lugar, su único objetivo es volver a dirigir los distritos a su estado original, lo que dificultaba que los republicanos ganaran elecciones, por lo que los republicanos volvieron a mandarlos a favor de los republicanos.
Tercero, cualquier empanada que esté en control atraerá a los distritos a favorecerse.
Cuarto, la reasignación honesta es probablemente imposible. El último ejemplo es California, cuando los votantes aprobaron una enmienda constitucional para garantizar la reasignación no partidista al tener republicanos y demócratas en números iguales en el comité y luego tener votantes no partidistas como votantes indecisos.
Y, siendo California, todos los miembros no partidistas eran en realidad demócratas.