Encuentre una escapatoria en la constitución estudiantil, explótela para sus propios fines, luego cierre la escapatoria una vez que haya asegurado la elección y establezca una dictadura.
Es lo que mi amigo y yo hicimos con nuestras elecciones del Consejo Estudiantil para Presidente (él) y Presidente (yo).
Al final de nuestro tercer año, tuvimos una idea brillante. Alrededor de marzo presionamos para que la membresía del ‘caucus abierto’ se ampliara de ‘dos’ a ilimitada. Este fue un medio por el cual cualquiera que asistió a dos reuniones del Consejo Estudiantil podría ser un miembro con derecho a voto en la tercera reunión.
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Argumentamos con éxito que si abríamos la votación, podríamos atraer a más estudiantes a asistir. Obtuvimos la medida aprobada. En ese momento, él y yo comenzamos a infiltrarnos en ‘nuevos miembros’ en la política del cuerpo unos pocos a la vez hasta que pudiéramos establecer una fecha a fines de mayo para las elecciones del próximo año entre la clase Junior y presentar nuestros nombres para los dos principales oficinas.
Llegó el día de las elecciones y trajimos a Monty completo: unas 30 personas, muy por encima de la mayoría, que nos llevaron rápidamente a las dos oficinas. En ese momento declaramos que renovaríamos la Constitución y la presentaríamos en la última reunión del año.
Era una obra maestra de doble discurso, enrevesada, retorcida y casi ilegible, pero que ocultaba por completo el hecho de que el Presidente podía esencialmente presentar cualquier moción sin un voto primordial de la Asamblea General y que el Presidente tenía el poder de presentar y aprobar sus propias medidas. y simultáneamente vetar cualquier otra factura sin anulación.
Como era la última reunión antes del verano, nadie se molestó en leer el documento. Lo que significa que teníamos el control total desde el día 1 de nuestro último año.
La verdadera sorpresa sobre esto no fue que los otros estudiantes nos vieron hacerlo, sino que nuestro asesor de facultad lo permitió, ya que él estaba completamente consciente de lo que estábamos haciendo. Pero su punto de vista era: ¿qué mejor manera de ilustrar la fragilidad de la democracia y cómo se puede manipular? Él nunca nos permitió ejercer el poder que obtuvimos por completo, pero tampoco lo cambió, incluso discutiendo con el director en nuestro nombre cuando salió a la luz a fines de nuestro último año.
La mejor lección política de la que fui parte.