Probablemente no haya nuevos miembros en el futuro cercano, al menos hasta que la situación cambie con el régimen de Putin en Rusia.
La extraña situación en Turquía parece continuar mientras Erdogan esté físicamente lo suficientemente saludable como para aferrarse al poder, como con otros hombres fuertes del Medio Oriente. Parece que Turquía se volverá cada vez menos democrática, pero mantendrá las formas de democracia y la OTAN no ganará nada al expulsarla.
De los otros posibles miembros de la OTAN, parece poco probable que Suecia y Finlandia renuncien a su neutralidad tradicional a menos que Putin los ponga en una posición tan peligrosa al amenazar con subyugar a los Estados bálticos. Sin embargo, no hay mucho que ganar en el Báltico para que valga la pena el riesgo para los rusos. La amenaza para Estonia y Letonia son la mayoría de los juegos mentales, exagerados por la prensa occidental. Harían un mayor servicio a Europa al analizar en exceso la charla constante sobre los complots rusos contra los Estados bálticos. Disipa el poder de la propaganda si la trivializa.
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Es poco probable que alguien en la OTAN realmente quiera unirse a Bielorrusia o Ucrania. Al menos no siempre y cuando ambos tengan gobiernos débiles o en quiebra y la posibilidad de que la paranoia rusa se convierta en más violencia y subversión de lo que ya está fomentando.
En definitiva, el propósito de la OTAN es mantener a Europa en paz. Lo está logrando muy bien con los miembros que tiene. ¿Por qué causar problemas al expandirse?