El comunismo es una fantasía envuelta en una manta política. En última instancia, es libertario: no hay ningún gobierno en absoluto … todos trabajan por el bien común sin absolutamente ninguna coerción. Libertad suprema. Pero con reglas que las personas siguen porque creen en ellas.
Es una fantasía porque (a) las personas no se comportan de manera predecible y consistente de acuerdo con reglas complejas, (b) la mayoría de las personas no están bien informadas para “ver” el sistema en el que viven, por lo que los beneficios de esas reglas pueden ser muy difícil de explicar. Especialmente para niños. Y, (c) los humanos son vanidosos, celosos, codiciosos y ambiciosos. Eso no es algo malo (independientemente de lo que digan los eruditos religiosos). Es simplemente una declaración de realismo.
Podemos tratar de lograr un llamado “superior” evitando esos comportamientos conscientemente, pero siempre será necesario que un gobierno evite que la “falta de autocontrol” de una persona impida que otras personas ejerzan sus derechos libres.
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Es la búsqueda del ideal libertario supremo lo que ha impulsado gran parte del conflicto de los últimos 150 años. La lucha contra el fascismo, el deseo de ser libre, el deseo de ayudar a nuestro prójimo a derrotar a un gobierno opresivo, todo vuelve a la meta: tratarse bien y compartir bien, y todos podemos llevarnos bien sin gobierno.
Desafortunadamente, la búsqueda de este ideal abre la puerta a las peores personas: personas despiadadas, manipuladoras, enojadas, violentas y crueles para ejercer control y poder. Deja a los ciudadanos indefensos frente a un mecanismo de control central (casi siempre “el Estado”) que TIENE que existir para introducir esta “nueva” forma de hacer las cosas. Ese sistema de control central nunca se desvanece. Nunca se desvanece. Hay demasiadas personas vanas, celosas, ambiciosas y codiciosas que quieren que continúe, porque se benefician del poder central.
Supongo que es posible que el ideal libertario pueda fusionarse con la intención última, si no la descripción, del comunismo. Después de todo, ambos quieren el fin del gobierno. Desafortunadamente, dado que ambas son fantasías, unirlas no cambia la ficción del resultado final.
Los humanos no se comportan de manera racional. No todos son buenos, y no son fáciles de gobernar. Una vez que aceptas esa realidad, es fácil resistir la tentación de simplemente disolver el gobierno. El comunismo no funciona porque no se puede confiar en que las personas “sean amables”. Por la misma razón, el libertarismo tampoco funciona: la gente no jugará bien a menos que los gobiernos usen algún nivel de fuerza implícita para protegerse unos de otros.