Si fuera un alboroto por un solo conjunto de inodoros extraños, obviamente sería injusto. Pero hay más que eso, ¿no? Los problemas son innumerables, y van desde Vladimir Putin advirtiendo a los homosexuales que se mantengan alejados de los niños hasta el envenenamiento masivo de perros, el mal agua, la corrupción que resulta en una construcción extraña, incompleta y a veces peligrosa, los locales obligados a residir en barrios marginales y no recibir ningún beneficio (el los juegos están destinados en parte a beneficiar las áreas donde se llevan a cabo), preocupaciones de seguridad, espionaje estatal a los atletas, etc.
Cuando una nación acepta organizar los Juegos Olímpicos, saben que estarán bajo escrutinio. Se revelan fallas.
Si las críticas fueran simplemente el resultado de un prejuicio injusto contra el comunismo, lo habríamos visto en juego en China, donde su anfitrión fue ampliamente elogiado por su excelencia y atención al detalle.
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La respuesta rusa no debe ser una búsqueda de culpa externa de “¿por qué estamos siendo molestados?”, Sino más bien una pregunta interna más productiva: “¿por qué hemos gastado miles de millones y hemos conseguido trabajo de mala calidad y vergüenza internacional por nuestro dinero?”
Creo que todos quieren que los Juegos Olímpicos sean una gran experiencia. Es tiempo de unirnos. Pero los problemas serán notados y comentados. Depende del país anfitrión cuántos problemas hay en realidad.