No hay disposición para una nueva votación en una elección bajo ninguna disposición de la constitución estadounidense. No es una posibilidad.
Si el presidente Trump renuncia, es declarado no apto para el cargo por su gabinete bajo la Enmienda 25 y esa declaración es aprobada por el Congreso, o es removida después de la destitución por la Cámara de Representantes y el juicio por el Senado de los Estados Unidos, sería reemplazado por el Vicepresidente. Si el vicepresidente no está disponible o no hay vicepresidente, el orden de sucesión es: el Presidente de la Cámara, el Presidente Pro Tempore del Senado, y luego los oficiales del gabinete por antigüedad del departamento. El Secretario de Estado, el Secretario de Defensa y el Fiscal General son los tres puestos más antiguos en el Gabinete.
En teoría, este proceso debería llevar días o meses. En la práctica, cualquier parte de este procedimiento que involucre a los funcionarios del gabinete o al congreso puede resolverse en un tiempo bastante corto, si desean acelerar el proceso. Lo más probable es que ocurra una serie de conversaciones apresuradas entre los funcionarios más importantes y la presión ejercida sobre el presidente para que renuncie “por el bien de la nación”.
Todo esto supone que los funcionarios republicanos en el congreso y el gabinete estarían dispuestos a tomar medidas contra el presidente Trump. Eso requeriría que Trump tome medidas tan extremas o que muestre síntomas de enfermedad mental, enfermedad física o depravación moral tan dramática que corren el riesgo de dejar al gobierno no funcional.
Recordemos que, hace una semana, el hijo del presidente admitió en público que buscó activamente una reunión con personas que creía que eran agentes de un gobierno extranjero para conspirar contra sus oponentes políticos en las elecciones de 2016. Esto se consideraría traición en la mayoría de los países. No trajo ninguna reacción fuerte de los líderes republicanos en el congreso. En los últimos días, el presidente Trump ha estado hostigando públicamente a su propio Fiscal General, un hombre que renunció a un escaño en el Senado para servir en su gabinete, presumiblemente con la esperanza de obligarlo a renunciar para poder nombrar a alguien más dispuesto a obstruir las investigaciones criminales de su familia y personal de campaña. Justo esta mañana (26 de julio de 2017), el presidente Trump, sin ningún aporte o consulta de su propio Secretario de Defensa, anunció que una clase de estadounidenses “transgénero” autoidentificados no se les permitiría servir en el ejército. Esta declaración sorprendió no solo al Secretario de Defensa, sino a los cientos de funcionarios gubernamentales responsables de convertir una decisión como esta en reglamentos y procedimientos. Eso tampoco causó una respuesta particular de altos funcionarios republicanos.
Queda por ver hasta dónde puede llegar el estilo de liderazgo errático y la dudosa moral de Trump.