El idealismo se refiere a una tendencia hacia los ideales en el pensamiento político. Por ejemplo, muchos creen que la “igualdad” es un ideal importante en la sociedad. El idealista estaría a favor de luchar por la igualdad en lugar de preocuparse por los riesgos asociados (costos para el bienestar general, alentar el mérito, recompensar a las personas trabajadoras, etc.).
En general, los ideales son muy importantes en el pensamiento político. Sería bastante difícil ser 100% no idealista en un entorno político, lo más importante porque se supone que la política se ocupa de problemas de tipo idealista como la paz, la justicia, la armonía social, la compasión, la protección del medio ambiente, los derechos de las mujeres y demás.
En muchos casos, el “idealismo” es una perjuria en los círculos políticos, lo que lleva a 1) muchas quejas sin acción real o 2) políticas poco realistas o mal pensadas.
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Para ser ridículo, el idealista podría decir “todos deberían tener un millón de dólares” sin considerar que la política requeriría que el gobierno recaude aproximadamente 200 veces el PIB anual total de los Estados Unidos.
Por otro lado, los ideales pueden conducir a formas importantes de pensar acerca de cómo viven los humanos en la tierra. Por ejemplo, el ambientalismo es un patrón de ideales que nos ayudan a considerar los costos a largo plazo de la extracción de recursos y el uso de energía.
El idealismo también puede ser puesto en contraste con las tradiciones e instituciones de la sociedad. En general, las instituciones gubernamentales tienden a un cambio incremental, en lugar de un cambio a gran escala. Los idealistas tenderían a tener un problema con esto, argumentando, por ejemplo, que una víctima de asesinato es demasiada y debemos actuar para evitarlo siempre. Los enfoques más tradicionalistas podrían contrarrestar que debemos confiar en el sistema de justicia y otras instituciones que nos han llevado al nivel actual de progreso hasta el momento.